sábado, 14 de noviembre de 2015

Un niño invidente en clase

     Es probable que los maestros y maestras, a lo largo de nuestra carrera profesional,  nos encontremos con uno o más casos de niños o niñas invidentes en nuestras aulas. Estos/as niños/as también deben aprender los colores, aunque sea a través de sus demás sentidos.

     Antes de comenzar, sería recomendable realizar una dinámica para que todos nuestros alumnos y alumnas se conciencien un poco más de qué significa ser ciego y de cuáles son las sensaciones que pueden producir el no poder situar los objetos en el espacio a través de la vista. Esta dinámica, llamada “Prueba invidente”, consiste en que, con los ojos vendados con un pañuelo, el niño o la niña debe intentar pintar una manzana verde y, a continuación, una manzana azul sobre la anterior, todo ello sin saber dónde están colocados los colores. Lo más probable es que la sensación que produzca esta actividad en clase sea de ansiedad y nerviosismo.


Figura 1
Manzana verde sobre manzana azul. Fuente: elaboración propia  (2015)

     Para explicar a nuestros alumnos y alumnas invidentes los colores, sin que se sientan excluidos del resto de la clase, podemos realizar una serie de actividades basadas en la relación de sentidos y sensaciones. Todos/as los/las niños/as estarán con los ojos tapados durante su realización.
  • Frío y caliente: este juego consiste en pasarse de unos a otros un objeto que esté frío y otro que esté caliente, asociando las sensaciones a dos colores distintos. Un objeto frío sería el hielo, que deberán asociar con el azul, y un objeto caliente puede ser una patata caliente, que asociarán con el rojo.
  • Relacionar olores: otra forma de imaginarse los colores puede ser a través del olfato. Los niños irán oliendo varias frutas con los ojos vendados y tendrán que asociar su olor con el nombre del color que tiene cada una. Por ejemplo, tras oler un limón, el niño invidente habrá aprendido que su color es el amarillo y, cada vez que oiga el nombre de ese color, podrá “imaginárselo”.
  • Las canciones: los distintos tipos de música, sus ritmos y volumen al que se encuentre también pueden inspirarnos un color. Los niños deberán oír varias canciones aleatorias y decir con qué color lo relacionarían. Una música relajante y tranquila puede relacionarse con los colores fríos, mientras que una música a volumen alto, rápida o alegre, puede inspirar colores cálidos.
  • Las sensaciones: por último, los niños relacionarán las sensaciones que les producen algunas acciones a un color. Por ejemplo, lo que sentimos al darnos un abrazo un ser querido puede ser representado por el color rosa, o azul, etc. En este caso, es muy distinto de unas personas a otras.

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